La Nación Cada vez más familias y jóvenes llegan a Bal Harbour, un oasis de lujo en Miami
04/09/2025
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La tranquilidad del lugar se conjuga con ofertas recreativas para los más chicos; la gastronomía y los hoteles de primer nivel marcan la diferencia en este “santuario del bienestar”
Basta avanzar unas cuadras por Collins Avenue, después de la 96, para que todo cambie. El ruido disminuye, el tránsito se vuelve más pausado y los edificios dejan de competir por altura. No hay bocinas, carteles estridentes, ni gente apurada. Bal Harbour se empieza a revelar en los detalles: construcciones más bajas, más espacio, menos gente y más privacidad. Otra dinámica.En la entrada de un hotel, una familia argentina sube al auto que el valet acaba de estacionar frente a la puerta. Los chicos, con una tablet en la mano, se acomodan en el asiento trasero. Escenas como esta, antes poco frecuentes, se repiten cada vez más. El perfil de visitantes cambió: ahora llegan más familias, muchas de ellas argentinas, señalan en los hoteles más reconocidos. Desde el municipio también identifican el fenómeno: Bal Harbour dejó de ser un refugio exclusivo para adultos mayores en busca de silencio y atrae también a un turismo más joven, familiar y exigente. “Es notorio cómo se modificó el público que nos visita: parejas, jóvenes y familias que buscan más que un simple destino de playa. Buscan un lugar donde relajarse, lejos del ruido”, dice Ramiro Inguanzo, assistant village manager del distrito de Bal Harbour.Atención de primer nivel y propuestas a medidaEn este distrito de Miami, la atención se siente en cada detalle: una copa servida al llegar, una toalla fría ofrecida sin pedirla, el equipaje que desaparece y reaparece en la habitación. En la playa, las reposeras están bien separadas y las sombrillas parecen colocadas con escuadra. No hay parlantes ni vendedores.Una pareja de jóvenes camina descalza, sin apuro. Ninguno mira a su alrededor y nadie los mira a ellos. La exclusividad y el relax resultan una combinación ideal para el nuevo público, que no demanda solo lujo en el sentido clásico, sino una experiencia completa: privacidad, bienestar, gastronomía de primer nivel y arte en un mismo lugar.El nuevo perfil se evidencia en la dinámica de los hoteles. Son las 4 de la tarde y en el lobby del St. Regis Bal Harbour, cuatro niños esperan en fila frente a un carrito de helados artesanales, una de las cortesías diarias del resort. La incorporación no desentona con la elegancia de este imponente hotel.“Recibimos cada vez más familias multigeneracionales de todo el mundo”, destaca Beatriz Lobaton, directora de ventas de turismo de lujo del St. Regis, quien remarca: “Bal Harbour es reconocida como una de las zonas más exclusivas y, al mismo tiempo, más orientadas a las familias en Miami, ya que ofrece un entorno tranquilo y seguro para todas las edades”.La tendencia, explica Lobaton, se refleja en la gran demanda de suites de varios dormitorios y en la convocatoria que tienen las actividades para chicos como talleres de arte con arena de colores. Un mini zoológico con ponis y animales de granja, clases guiadas de dibujo y un sendero frente a la playa para andar en bicicleta forman parte de la escenografía. Durante las Fiestas, se suman experiencias como armar casas de jengibre o practicar yoga con Papa Noel. Lobaton señala que las suites incluyen un servicio de mayordomo, que “acompaña al huésped durante toda la estadía, desde desempacar el equipaje hasta el asesoramiento para organizar actividades adaptadas a cada familia”.La gastronomía de primer nivel no solo se mantiene sino que crece. Entre las nuevos espacios del resort que menciona Lobaton, se destacan la apertura de BH Steakhouse, que apunta a un concepto innovador de sus platos clásicos, y la renovación de La Gourmandise, un restaurante con deslumbrantes ventanales al mar. Todo lo que ofrece este destino turístico es también lo que demandan los argentinos. “Vimos crecer bastante el público argentino, sobre todo entre mayo y septiembre, una época en la que antes no venían tanto”, explica Tomas Duggan, gerente de ventas del Ritz-Carlton Bal Harbour. Describe que llegan más parejas que superan los 40 años y familias que ya conocen Miami, pero que buscan un lugar céntrico, con lujo y privacidad. Laia Climent, directora de marketing del hotel, define a Bal Harbour como “un santuario de bienestar”. Y agrega: “Es una milla cuadrada con la mayor concentración de lujo”. Los huéspedes tienen garantizada una privacidad única. Al hotel se llega tras subir una pendiente y solo hay dos habitaciones por piso. Si el plan contempla también salir a eventos concurridos, resulta ideal por su cercanía al Hard Rock Stadium, que atrae a equipos deportivos y artistas.Los hoteles cuentan con gimnasios que ofrecen programas regulares de entrenamiento y dos de los spa más reconocidos: The Spa at St. Regis y Spa Exhale, dentro del Ritz-Carlton. Ambos convocan no solo a huéspedes, sino también a visitantes de otros lugares de Miami que buscan clases puntuales, masajes o tratamientos de relajación.El giro se percibe no solo en los hoteles, sino también en las calles. El año pasado, abrió el Waterfront Park, el primer parque público del distrito, ideal para un paseo en familia. Una de sus atracciones más llamativas es el área de juegos diseñada por la firma danesa Monstrum, que recrea el ciclo de vida de la garza de Florida. El recorrido comienza en un espacio cubierto con nidos y huevos pensado para los más chicos y continúa en el exterior con juegos que acompañan el crecimiento del ave y de los propios niños. También hay un sector de agua con temática marina, un muelle con rampa para kayaks y un espacio para adolescentes con ping pong y videojuegos.La transformación que vive Bal Harbour acompaña los 80 años que el distrito celebrará en 2026. En este contexto, una de las obras centrales es el relleno y la ampliación de la playa: se moverán 225.225 metros cúbicos de arena -más de 11.000 viajes de camión batea- para triplicar la superficie actual. “No es solo estético: es también protección costera, seguridad y planificación a largo plazo”, explica Inguanzo. Está prevista además la construcción del Harbourfront Park Village, un parque lineal frente al mar que integrará el histórico espigón con áreas verdes, senderos y miradores. La obra, que comenzará a fines de 2025 y concluirá en 2027, tendrá un fuerte componente ambiental: se elevará el terreno por el eventual aumento del nivel del mar y se incorporará una “línea de costa viva” que funcionará como hábitat para corales y vida marina. “Es un plan en el que llevamos trabajando cinco años”, agrega Inguanzo. Según detalla, la primera fase se centrará en la sustitución del muro de contención desde el puente Haulover hasta la zona compactada de la playa. También está contemplada la reconstrucción del pavimento para conservar el acceso en caso de incendios.Marcas de lujo y manjaresLas atracciones de siempre, por otra parte, no pierden vigencia. Un día de paseo en Bal Harbour Shops es parte de la experiencia del lugar. Chanel, Gucci, Prada, Saint Laurent, Oscar de la Renta, Balmain, Versace y Fendi son algunas de las tiendas de lujo que despliegan glamour.Entre pasillos al aire libre y vegetación tropical, las marcas más elegantes conviven con selectos restaurantes en este paseo. Allí, cada mesa cuenta su propia historia: en Makoto, los nigiris son presentados en platos negros como pequeñas obras de arte; en Hillstone, las carnes hacen la diferencia, y en Carpaccio, los comensales degustan carpaccio de atún y salmón, pizzas italianas o ensaladas especiales. En Avenue 31 Café, las infusiones se sirven con pistacho o chocolate y se acompañan con croissants, tortas y otros manjares.Una de las características de estas playas es que son elegidas los 365 días del año por su clima tropical. El turismo nunca cesa.En este distrito residen unas 4000 personas, pero en invierno la población casi se duplica y llega a 7500 habitantes. “Mucha gente que vive en otras partes del mundo viene para disfrutar del invierno”, apunta Inguanzo.Los vuelos aterrizan sin pausa en Miami y, entre todos sus rincones de ensueño, Bal Harbour es el elegido por aquellos que planean una estadía cinco estrellas. “Muchos llegan de Nueva York, aunque cada vez más se mudan aquí por los problemas que tienen allá. Y no solo norteamericanos: tenemos residentes de todas partes”, agrega.Si bien los hoteles siguen cautivando al turismo internacional, las opciones de alojamiento se amplían. Julián Velardi, gerente de Beach Haus Residences, alquila a familias argentinas, a muchas, desde hace generaciones. “A diferencia de otros públicos que vienen por menos tiempo, el argentino se instala, recorre y vuelve. Les gusta la playa impecable, el centro comercial a mano y la calma de un rincón donde todos se conocen”, describe.Los departamentos que ofrece, con cocina y sala de estar, se ubican a pasos de la playa y de Bal Harbour Shops. En las mañanas, es habitual ver a los huéspedes caminando hacia el parador sobre la arena, con sombrillas y reposeras listas. “Se sienten como en casa, pero con los servicios de un lugar exclusivo”, resume Velardi. Los amantes de este estilo de descanso que además valoran las propuestas culturales encuentran una síntesis perfecta en Bal Harbour. El programa Unscripted incluye visitas a espacios de arte, charlas y recorridos privados. Se trata de una tarjeta que permite el acceso gratuito a 15 museos de la ciudad de Miami. Algunos son el Pérez Art Museum Miami (PAMM), el Bass Museum of Art, el Institute of Contemporary Art (ICA), el Wolfsonian-FIU, el Rubell Museum y el Museum of Contemporary Art (MOCA). La transformación de Bal Harbour se consolida. Conserva sus encantos tradicionales, pero se reconvierte con una nueva impronta que lo vuelve atractivo para familias y visitantes más jóvenes. Nadie se queda afuera de las experiencias a las que invita este oasis.
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